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Tannhause ha puesto en hora el reloj del Valladolid de Sergio

El Real Valladolid había iniciado una temporada con más sombras que luces. Con mucha irregularidad en su juego, y en su once, como aquellas farolas que se encendían y apagaban de cierto pueblo alemán de pequeñas dimensiones.

El Valladolid había entrado en las cuevas de Winden y no podía salir. Se había quedado atrapado en la oscuridad. Precisamente el tiempo ha sido quien le ha permitido salir. Y la confianza en un hombre que lleva varios años haciendo magia con un conjunto bastante limitado.

Pero esta campaña parecía que el equipo había dicho basta, que se había estancado como Mikkel Nielsen en 1986. El Valladolid no se encontraba en el campo, igual que ese jovenzuelo no encontraba a su familia en un año que no era el suyo. El reloj estaba roto, y el tiempo, parado en los puestos de descenso.

Entonces Sergio, visto que había perdido esa puntualidad que le había hecho salvarse en años anteriores, acudió a un viejo relojero de confianza. Ese era Tannhause. Él fue encargado de toquetear las piezas necesarias en el interior del aparato que sirve para medir el tiempo y esto consiguió hacer más contundente a una defensa que lo necesitaba y darle esa finura a Marcos André, que se ha convertido en el Jonas del Valladolid, y ahora marca diferencias. El brasileño brilla con luz propia del mismo modo que aquel chubasquero amarillo. A veces solo hace falta un poco de tiempo y ser puntuales en las acciones determinantes.

Foto de portada: Real Valladolid

Juan De Aracil

Fundador y director de AreaDePenalti.