La moto que se quedó sin combustible
Lo de Gonçalo Guedes y Mestalla fue un amor a primera vista. Una relación de amor intensa pero corta, donde la pasión duró a penas unos meses y a día de hoy sobrevive con el recuerdo y la nostalgia del primer regate, del primer sprint, del primer gol. Actualmente, nos ofrece detalles a cuentagotas y desde hace tiempo dejó de ser un fijo en los planes de los entrenadores que han pasado por Valencia.
Gonçalo Guedes, de protagonista a actor secundario
La temporada 2017/2018 era el inicio de un nuevo proyecto en el Valencia CF. Tras dos campañas con experimentos fallidos en el banquillo y coqueteando con el descenso, parecía que era el momento de un cambio a mejor. Llegó Marcelino García Toral y con él una larga lista de nuevas caras, entre ellas la del portugués.
Guedes ya había sonado para el club cuando formaba parte del Benfica. Las relaciones entre Peter Lim y Mendes, como es sabido, son excelentes, pero finalmente el prometedor extremo fichó por el PSG. Aquel jugador era una de las mayores promesas del fútbol portugués y su techo aún estaba por definir.
En París no tuvo demasiadas opciones, así que, en los últimos días del mercado de verano, voló a la capital del Turia. Se trataba de una cesión que beneficiaba a las tres partes ya que el jugador cogería minutos en el máximo nivel y el conjunto che aprovecharía la calidad del luso para ocupar una huérfana banda izquierda en el inamovible 1-4-4-2 de Marcelino.
Primera temporada: Irrumpió como una estrella, pero se fue apagando con los meses
La unión no pudo comenzar de mejor forma. Desde el primer minuto que Guedes pisó el césped con la elástica blanquinegra se notó algo especial, algo diferente. Por Mestalla habían pasado buenos jugadores en los últimos años, pero ninguna estrella y conforme avanzaron los partidos empezó a correr el rumor de que ahí había madera de futbolista de los grandes. La afición, acostumbrada a que cada cierto tiempo surgiera un ‘Piojo’ López, un Pablito Aimar, un David Villa, entre otros nombres de esa entidad, comenzó a ilusionarse. El fervor era justificado con cada actuación que acumulaba. El equipo iba como un tiro y cuando el partido se atascaba, balón al siete, que con su velocidad y descaro pondría el encuentro patas arriba. Llegó un punto en que la única forma de pararlo era cometiendo falta.
Su mayor exhibición tuvo lugar en un partido contra el Sevilla. El resultado fue de 4-0 a favor del Valencia y Gonçalo metió dos goles y regaló una asistencia. El primero de sus tantos fue una maravilla y una muestra de potencia y habilidad, logrando que los allí presentes no tuvieran otra reacción que la de llevarse las manos a la cabeza.
Pero como se suele decir, lo que rápido sube, rápido baja. El invierno llegaba a la ciudad y con él la primera y no última lesión de Guedes. Una lesión en el pie que no pareció ser de excesiva gravedad, dejándolo únicamente dos semanas fuera de los terrenos de juego. Hasta ese momento, el luso había anotado tres goles y había repartido seis asistencias en 11 partidos. En los siguientes 22 encuentros en los que participó, metió dos goles y dio cinco asistencias. Menos cifras en el doble de partidos.
Los números eran claros, la segunda vuelta de liga no había sido buena a título individual, o al menos no cumplía con las expectativas generadas en sus primeros meses, pero los aficionados, como si se tratase de la travesura de un niño bueno, no se lo tuvieron en cuenta. Pocas personas imaginaban en aquel momento que la decadencia no había hecho nada más que empezar. Tampoco lo imaginó el máximo accionista, que tras finalizar la cesión, invirtió 40 millones, convirtiendo a Guedes en el fichaje más caro de la historia del club.
Segunda temporada: Primera lesión importante y bajón de nivel
La temporada 2018/2019 era una temporada especial. El equipo volvía a la Champions con un buen proyecto, liderado por el tándem formado por Marcelino y el director general, Mateu Alemany. Además, era el año del centenario y había ganas de hacer una temporada a la altura. Todas las miradas estaban puestas sobre Guedes, que tendría que soportar la presión de esos 40 millones, demostrando que la apuesta del club era correcta. Fue entonces cuando esta vez si, llegaron definitivamente las lesiones. Entre el abductor y la ingle el jugador se perdió nueve partidos de liga. La lesión inguinal hizo que tuviera que pasar por quirófano. Hasta ese momento no había anotado ningún gol en doce encuentros y como es lógico, surgieron las dudas.
Había pasado un año ya de aquellos detalles que lo pusieron en boca de todos, aunque una gran parte del valencianismo seguía confiando en que volvería a su mejor nivel tras la lesión. Los primeros partidos después de su vuelta dieron pistas de que la chispa no volvería a encenderse, pero en el tramo final de temporada dejó alguna actuación que todavía invitaba a creer en él. Anotó dos golazos contra el Betis, el tanto del triunfo frente al Madrid y un agónico gol en el descuento en la Europa League ante el Krasnodar que clasificó al equipo para la siguiente ronda. Habría que hacer un ejercicio de fe. Habría que confiar en que su potencial siguiera vivo. Pero como verán, el uso del verbo condicional se convirtió en rutinario.
El Valencia logró hacer un gran año, clasificándose para Champions League por segunda vez consecutiva y ganando la Copa del Rey, en un partido donde hay que detenerse.
Corría el minuto 92 de la final frente al FC Barcelona. El resultado era de 2-1 para los de Marcelino, que sin Parejo en el campo, se echaron atrás para defender el resultado. El Barça atacaba con todo. En un centro lateral despejado por Jaume el equipo salió a la contra. Guedes se plantó delante del portero sin ningún impedimento. La mandó fuera. Minuto 94, Cillessen subió a rematar un córner que nuevamente fue despejado y Guedes volvió a tener el balón en terreno contrario, esta vez sin arquero. La mandó fuera. Por suerte para el Valencia, esto no tuvo consecuencias, pero la felicidad de la victoria contrastó con la del jugador lamentándose tras sus errores. Aquella victoria no tapó que lo de Gonçalo no tenía buena pinta.
Tercera temporada: Otra lesión y cada vez menos importancia
En la 2019/2020 tras la destitución de Marcelino y ya con Celades en el banquillo, el de Benavente fue suplente en tres ocasiones consecutivas, que enlazó con otra lesión. Esta vez un esguince de tobillo por el que se perdió 14 partidos ligueros. Esto se juntó con la explosión de Ferran Torres (significativamente fue una explosión similar, teniendo un inicio de competición brillante y diluyéndose conforme avanzaba la temporada) que asumió los galones de jugador más desequilibrante.
A partir de aquí la imagen más habitual de Guedes fue con la cabeza gacha, a trompicones, perdiendo el balón, en el suelo y pocas veces aportando algo positivo. Comenzó a ser habitual verlo en el banquillo o salir del campo con gestos de rabia y el entrenador reconvirtió a Carlos Soler a centrocampista por izquierda para sustituirlo.
Cierto es que hubo un instante en el que hizo, como si de un flashback de Tarantino se tratase, recordar viejos tiempos. Fue ante Osasuna, donde convirtió un gol similar al logrado dos temporadas antes contra el Sevilla, previamente nombrado. Dejó atrás a cuatro rivales y mandó el balón directo a la escuadra. Pero aquello era una gota en el desierto y finalmente su rendimiento fue acorde con el del equipo, que quedó fuera de puestos europeos.
Cuarta temporada: Inicio poco esperanzador
La nueva temporada 2020/2021, con Javi Gracia al mando, parece que no será muy distinta. Y es preocupante ya que la nefasta gestión en el mercado de fichajes ha hecho que su competidor por el puesto sea Alex Blanco, un canterano que volvió tras una cesión en el Zaragoza y el cual, a priori, parecía que no iba a formar parte de la plantilla. La cuestión es que Blanco ya fue titular en el triunfo frente a la Real Sociedad por delante de Guedes, que no ha jugado los 90 minutos completos en ninguno de los cinco partidos que, por ahora, se han disputado.
Muchas veces se dice de Gonçalo Guedes que es un futbolista irregular. Pero ahí tengo que discrepar. Es un jugador muy regular. Muy regular porque sus actuaciones vienen siendo casi siempre igual de deficientes. De aquel jugador que deslumbró solo queda el recuerdo de lo que fue y de lo que podría haber sido. Estamos hablando de un half season wonder que nos dio el caramelo y nos lo quitó antes de saborearlo. Hubo un día en que Gonçalo era conocido en Valencia como ‘la Ducati‘, pero aquella moto se quedó sin combustible demasiado pronto.
Foto de portada: @Valenciacf