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Ibrahimovic: Viejo rockero, nunca muere

Son las 16:23 de un martes y me dispongo a escribir sobre una de las últimas grandes leyendas que nos ha regalado el fútbol. Me toca redactar líneas que cuenten algo diferente sobre un tipo del que se ha dicho ya todo. Como es habitual, busco una lista de reproducción que me motive en ese momento, y la primera canción que suena es “Dulce Introducción al Caos”, de Extremoduro, y se me viene a la cabeza el dicho que dice que “Viejo Rockero, nunca muere”. Le podemos dar una vuelta, por que ese dicho encaja a la perfección es nuestro protagonista de hoy. Zlatan Ibrahimovic, el gigante sueco. 39 años y sigue marcando diferencias, haciendo goles, decidiendo derbis.

Ibrahimovic: Viejo rockero, nunca muere

El fútbol, como la música, ha ido cambiando con el paso del tiempo. Ahora cualquier futbolista de 34 años parece destinado a ir al geriátrico, sobre todo si es delantero. ¿Por qué? Porque se prefiere la juventud, se prefiere una música distinta. El rock ya no es la moda.

Tenemos a gente como Neymar, al que podríamos catalogar como lo equivalente a la música Pop. Cientos de registros diferentes, acaba sonando en todas las fiestas, pero aún así hay gente que se empeña en darle la espalda a las Dua Lipa y compañía. “No son mi estilo”, te dicen. Neymar está, marca diferencias como nadie, y aún así hay quien lo considera un futbolista no decisivo, o te dicen que “la música de hoy es peor que la de antes”, cuando hablan de su nivel en Barcelona y PSG.

En Karim Benzema o Robert Lewandowski tenemos la música clásica. Son muy distintos, sí, como también lo es la obra de Vivaldi de la de Schubert. Pero ambos rezuman grandeza. Por individual, cada partido de ambos es exquisito, y sentado en el sofá de casa te sientes como en el teatro. Porque cautivan, intrigan, emocionan y enamoran.

¿Messi y Cristiano no son música clásica? ¿En serio? No. Ellos son otra cosa. Ellos son todo. Un popurrí. Todo y de todo, y todo bien. Música celestial, si queréis.

El reguetón es cosa de Kylian Mbappé. La música joven, la más nueva, ya consolidada. ¿A quién le puede no gustar el ritmo de Ozuna? Que el francés lo mismo te perrea encarando en un mano a mano, que se asocia, formando ese clásico grupito con tu gente en la discoteca, en que van entrando y saliendo, bailando todos con todos. Porque mejora a todos, pese a ser el protagonista, aunque lo que más le guste sea bajar “pal piso”.

No nos olvidamos del Punk, de la música rebelde. Jamie Vardy la encarna mejor que nadie. Su historia, de sobra conocida, incluye fútbol amateur, la cárcel, ser principal artífice de la mayor gesta de un club en la historia moderna o rechazar a su selección para seguir centrado en lo suyo, en su Leicester City. The Clash convertidos en futbolista.

Ibra celebrando su doblete ante el Inter. | Foto @acmilan.

¿Y qué pasa con el Rock?

Pues que menos mal que tenemos el fútbol italiano. Los últimos grandes rockeros del fútbol han dado sus últimos coletazos en el Calcio. Luca Toni firmó 42 goles en los 72 partidos ligueros que jugó con 37 y 38 años. Fabio Quagliarella sigue jugando, a sus 37, pero hace dos temporadas, con 35, fue capaz de ser máximo goleador anotando 26 dianas. En España tuvimos la suerte de convivir con uno de ellos, empeñado en ser la resistencia. Aritz Aduriz firmó casi 100 goles con el Athletic en las cuatro temporadas que jugó pasados los 34 años.

Estos tres ejemplos, y hay unos cuantos más, son ejemplos de delantero algo tanquete. Más toscos que los de ahora, pero letales rematadores. Pese a que el fútbol se empeñaba en escuchar otra música, siempre quedaba el rock.

Pero se van extinguiendo. Y por eso brilla, con luz diferente, Ibrahimovic en Milan. En su casa. Porque Ibra ya se ha pasado el fútbol. Es una leyenda de este deporte, un delantero ágil y completo como muy pocos. El tiempo lo pondrá en su sitio. Pero no se ha cansado aún.

Volvió con 38 años a Milan, ya son 39, en busca de lo que parecía la última copa de la noche. Habían cerrado el garito de LA Galaxy, y parecía momento de irse a casa. Pero la noche no acabó ahí, y fueron al garito que siempre está ahí cuando parece que no hay alternativa más que la vuelta al hogar. El garito donde suenan Guns N’ Roses, Kiss, Led Zeppelin o Mötley Crüe. Y nosotros con él, fuimos a escuchar rock.

Ha jugado 25 partidos desde su regreso al club donde jugó hasta 2012, antes de convertirse en Rey de París. Pues ha marcado la friolera de 18 goles y ha dado 5 asistencias. Porque Ibra no muere, Ibra no se apaga. Seguiremos gritando “Ibrakadabra” mientras él quiera seguir marcando goles. Porque no es solo que marque, es un animal competitivo que mejora a todo lo que le rodea, hasta el punto de haber convertido al Milan de Pioli en el mejor equipo de la Serie A de este 2020 tan inolvidable en el que estamos viviendo. Repito, 39 años.

Porque sí, nos encanta bailar al ritmo del pop, perrear con el reguetón, chocarnos al ritmo del punk, relajarnos con música clásica… Pero absolutamente todos hemos acabado noches de fiesta, ya sea en locales o en la feria de algún pueblo, abrazados a nuestros colegas, cantando a pleno pulmón canciones de Extremoduro o Mago de Öz. Con una sonrisa de oreja a oreja, al día siguiente recordamos más ese momento que cuando tocamos suelo en la discoteca. Porque cuando pasan las modas, cuando te sacias de fiesta, siempre queda el rock. Porque te sirven la última, porque es pegadizo, porque no muere. Es imposible no apoyarlo, admirarlo y disfrutar. Ibra es ese temazo que llevas escuchando desde los 15 años y que ya tiene 40. Aquí somos de Luca Toni, de Quagliarella, de Aduriz, y sobre todo de Ibra. Representantes de un estilo. Viejos rockeros, que nunca mueren.

Foto de portada: @acmilan.